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Un día para recordar.

Felicidad. Ayer celebramos los 36 años de historia de nuestra banda y posiblemente ésta sea la palabra que mejor defina lo que pasó en el Palau de la Música de Valencia. Cada parte del concierto nos llevó a diferentes estados de ánimo, empezando por el típico asombro tras pisar por primera vez el escenario durante la prueba de sonido hasta la euforia de ver al público en pie aplaudiendo. Pero Felicidad es la palabra que mejor engloba lo que sentimos los músicos de Pignatelli. Hacía seis años que no teníamos oportunidad de tocar en este escenario y fueron muchos los sentimientos que tuvimos. Para los veteranos fue redescubrir una emoción un poco olvidada, pero conocida, fue como reencontrarse con un viejo amigo, querido y al que desafortunadamente le has perdido la pista. Para los nuevos, sin duda, un torrente indescifrable entre nervios, expectación, miedo escénico y ganas de hacerlo bien.


Satisfacción. Fue lo que sentimos tras dar la última nota. La culminación de unas semanas duras de trabajo, mucho estudio, muchos ensayos, muchas horas invertidas y la implicación de cada uno de los miembros de la agrupación para conseguir que todo salga bien. Para que todo saliera espectacular.


Calor. Los focos del Palau dan calor, o serán los nervios. Pero sobretodo recibimos el calor del público. Poner el pie en el escenario y ver a toda la gente impone, hay que hacerlo bien. Es impresionante sentarse en el escenario y ver el patio de butacas lleno, no podemos fallar. Pero nuestro público nos aplaude siempre con entusiasmo, nos apoya, nos da confianza, nos da calor, nos sentimos arropados y todo sale bien.


Gratitud. Agradecemos a todos los músicos por su esfuerzo, a los antiguos compañeros por unirse a nuestra fiesta, porque también es su fiesta, son parte de la historia de la agrupación y siempre tendrán las puertas abiertas. A los que fundaron “toda esta movida” que nos permite disfrutar de la música a día de hoy. A nuestro director, que nos ha acompañado todos estos años, desde siempre, desde el principio. A los profesores. A todos aquellos que nos ayudan y nos echan algún cable que otro cuando lo necesitamos de manera desinteresada. A los que acuden sin dudarlo a nuestra llamada. A los que nos hacen fotos y vídeos. A nuestros familiares por apoyarnos. A los que nos siguen como público concierto tras concierto. A nuestros socios protectores, que aunque no lo parezca, nos ayudan más de lo que creen.


Complicidad. Aunque también podríamos llamarlo compañerismo, amistad para explicar lo que se siente entre músicos, sobre todo en los momentos tensos previos al concierto entre bastidores. Somos muchos, pero actuamos como si fuéramos uno, sabemos que vamos a triunfar todos juntos, somos una piña, nadie está por encima de nadie, no es la banda de nadie, es la banda de todos y juntos nos lo pasamos en grande. Es la Agrupación Musical San José de Pignatelli. Felicidad.

Impaciencia, ¿adicción? ¿Para cuándo el siguiente?

Gracias a los que hacéis esto posible.

Pignete.


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